Cuento de Sant Jordi (versión BOLSETA)

Cuento de Sant Jordi (versión BOLSETA)

Sant Jordi BOLSETA

El cuento de Sant Jordi

(versión BOLSETA)

Había una vez un pueblo devastado por un enorme monstruo que con sus grandes alas de plásticos y su aliento fétido, envenenaba el aire, las aguas y las tierras de los pueblos que invadía.

Preocupados por la situación, los habitantes pensaron en formas de “calmar” al monstruo, pues no veían como podrían derrotarlo, así que se conformaban con pensar en calmarlo.

Dieron con una idea: usar a poblaciones lejanas como cebo. Hablarían con sus habitantes, les contarían que habían encontrado un invento muy bueno para ser más ricos y que se lo harían llegar al día siguiente, de esa manera, estarían desprevenidos cuando llegara el monstruo. En secreto, hablaron también con el monstruo y le dieron la localización de esa población para que fuera allí y la devorara diciéndole que no opondrían resistencia.

Repitieron esta táctica una y otra y otra vez, sumiendo en la miseria decenas y centenas de poblaciones para salvar la suya.

Hasta que un día, cuando ya no quedaban más poblaciones lejanas que ofrecer al monstruo, empezaron a tener que sacrificar poblaciones vecinas. Hasta que ya no quedaron más y el monstruo se presentó en su aldea y empezó a devorarla.

Cuando parecía que todo estaba perdido, apareció un grupo de figuras que nadie conocía y entre todas, comenzaron a lanzarle al monstruo unas redes gigantes que impedían que volara bien y un bozal para evitar que envenenara con su aliento las tierras y aguas. El monstruo, viéndose cercado, sin poder volar y sin poder echar veneno por la boca, cayó derrotado.

El pueblo estaba desconcertado y asombrado por la efectiva actuación de aquellos extraños que, para sorpresa de todos, resultaron ser supervivientes de otras aldeas que se habían agrupado para evitar que ese monstruo, hiciera lo que había hecho con sus aldeas a otros pueblos. Así que, se reunieron y uniendo fuerzas, esfuerzos y conocimientos, dieron con la manera de derrotarlo.

Los culpables de toda aquella miseria, avergonzados por su comportamiento, se disculparon y proclamaron a aquel grupo como nuevos gobernantes, dejando en sus manos un futuro más próspero y más justo para todos.

Del monstruo derrotado, los habitantes tejieron bolsas muy muy resistentes para recolectar y llevar al mercado las frutas y verduras, que ahora la tierra producía con exuberancia, y para pescar peces de sus ríos ahora libres de contaminación.

FIN

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